Qué es exactamente una silla de ruedas eléctrica con mando para el asistente ¿Cuándo elegir una silla de ruedas eléctrica con mando para el acompañante?
Esta silla es un tipo de dispositivo motorizado pensado para personas con movilidad reducida que, por diversas razones, no pueden manejar la silla por sí mismas. En lugar de tener un joystick en el reposabrazos para que el usuario controle la dirección y la velocidad, el control se encuentra en la parte trasera de la silla, accesible para la persona que acompaña. Es decir, el acompañante dirige y gestiona el movimiento a través de un mando, que puede ser un joystick, botones o palanca, dependiendo del modelo.
A diferencia de las sillas eléctricas convencionales, donde el usuario mantiene la autonomía de conducción, aquí el manejo lo lleva otra persona. Esto puede parecer una limitación, pero en ciertos perfiles es justo lo que se necesita.
Cuándo tiene sentido apostar por esta opción
No todas las personas con movilidad reducida necesitan una silla con mando de acompañante, pero cuando encaja, encaja de verdad. Este tipo de silla está pensada para situaciones específicas donde ni el usuario ni el cuidador pueden depender de una silla manual, pero tampoco de una completamente autónoma.
Una de las situaciones más frecuentes es cuando el usuario presenta deterioro cognitivo, como ocurre en casos de demencia, alzhéimer o daño cerebral. Estas personas, aunque físicamente podrían mover los brazos o las manos, no tienen capacidad para gestionar una silla eléctrica por sí mismos, ya sea por desorientación, impulsividad o falta de conciencia del entorno. Aquí, el mando de acompañante es la clave para garantizar seguridad.
También es muy útil en personas con lesiones neurológicas severas o enfermedades degenerativas donde los movimientos están muy limitados, como ciertas fases de la esclerosis múltiple, la ELA o tras un ictus. En estos casos, el usuario necesita moverse, pero requiere ayuda externa continua.
Otro punto a favor es cuando el cuidador no tiene fuerza física suficiente para empujar una silla manual durante largos recorridos o en zonas con pendientes. El mando de acompañante reduce por completo el esfuerzo físico, permitiendo que la silla se desplace sin necesidad de empujar. Esto no solo previene lesiones en el cuidador, sino que permite mantener una rutina activa sin desgaste innecesario.
Y claro, si vives en una zona con cuestas, desniveles, suelo irregular o largas distancias, el motor eléctrico combinado con el control desde el mando trasero hace la vida mucho más fácil. Es una cuestión de eficiencia y también de seguridad.
Cómo utilizar el mando de acompañante correctamente
El uso del mando de acompañante no es complicado, pero sí requiere cierta práctica. En la mayoría de los modelos actuales, el mando va instalado en la parte trasera de la silla, normalmente en el manillar, y permite controlar velocidad, dirección y a veces también otras funciones como la marcha atrás o el frenado suave.
Hay diferentes tipos de mandos, y no todos funcionan igual. Algunos son muy intuitivos, tipo joystick, que se mueve hacia dónde quieres ir. Otros funcionan con botones o palancas. Lo importante es probar antes de salir a la calle. No es raro encontrarse con acompañantes que se sienten inseguros en los primeros días, sobre todo si la silla responde con mucha potencia. Pero créeme, con dos o tres paseos, le coges el truco.
Un consejo: empieza en un lugar seguro, plano, sin obstáculos. Practica giros, frenadas suaves y arranques progresivos. La seguridad no está solo en el motor, sino en el criterio de quien lleva el mando.
Y algo más: no pierdas de vista que, aunque el mando te da control, no sustituye la atención del entorno. Hay que seguir pendientes de peatones, bordillos, semáforos y cambios de terreno.
Sobre la autonomía de las sillas con mando: lo que realmente importa
La autonomía es una de las grandes preocupaciones de quienes valoran una silla de ruedas eléctrica con mando para acompañante. ¿Cuánto dura la batería? ¿Puedo salir con tranquilidad o tengo que estar mirando el indicador todo el rato?
La autonomía de este tipo de sillas suele estar entre 15 y 25 kilómetros, dependiendo del modelo y de cómo se utilice. Pero ojo, no es solo cuestión de cifras. Hay varios factores que afectan directamente a cuántos kilómetros podrás recorrer sin necesidad de recargar.
El peso combinado del usuario, el tipo de terreno, si hay muchas cuestas, la temperatura exterior e incluso el ritmo de conducción pueden modificar considerablemente la duración de la batería. Por ejemplo, una silla que en un parque plano aguanta 20 kilómetros, puede rendir solo 12 si pasas por zonas empedradas y con desnivel.
Por eso, conviene planificar las salidas con cabeza. Cargar siempre la batería por la noche es una buena práctica. Y si sabes que vas a hacer un uso intensivo, evita agotar la batería al máximo, porque eso a largo plazo la daña. También es importante usar el cargador original del fabricante, y mantener los neumáticos en buen estado, porque si hay más resistencia en el rodaje, el motor trabaja más y la batería se consume antes.
No está de más revisar cada cierto tiempo el estado de la batería. Si notas que rinde menos, o que la silla tarda más en cargarse, probablemente necesite una sustitución. Las baterías, como todo, tienen una vida útil. Y aunque no son baratas, cambiarlas a tiempo garantiza seguridad y eficiencia.
No está de más recordar que el proceso no es inmediato. Por eso, si estás valorando esta opción, lo mejor es empezar a informarte cuanto antes. Cuanto más claro tengas lo que necesitas y por qué, más fácil será que te aprueben la ayuda correspondiente.
Qué modelo elegir: cómo saber cuál es mejor
No hay una única respuesta a cuál es la mejor silla de ruedas eléctrica con mando para el acompañante. Dependerá del usuario, del entorno, del tipo de desplazamiento habitual y de las necesidades específicas de cada familia. Pero sí hay algunos criterios que conviene tener en cuenta.
El peso de la silla es clave: cuanto más ligera, más fácil será transportarla o guardarla en el coche, aunque algunas más robustas ofrecen mayor estabilidad. La potencia del motor también influye. Si vives en una zona con muchas cuestas, necesitarás una silla con un motor más potente.
Fíjate también en que el mando sea ergonómico y sencillo de manejar. No todos los acompañantes tienen la misma habilidad, y lo último que quieres es complicarte cada vez que salgas a la calle. Otro aspecto importante es la posibilidad de ajustar el respaldo, reposapiés, cinturón y altura, para adaptar la silla al máximo a la comodidad del usuario.
Y por último, valora el servicio postventa. Una silla de este tipo necesita mantenimiento periódico. Comprarla en un sitio que ofrezca soporte técnico, piezas de repuesto y asesoramiento marca una gran diferencia a largo plazo.
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